Otro día más de pedaleo, esta vez Rueda a rueda con Alá.
¿Quién dijo que estar de vacaciones es dormir hasta tarde?
Curiosamente me desperté más temprano que mi compañera de cuarto, pero es que hoy arrancamos a las 8:00 y nos espera un dia de monos y pedaleo!
Con lo cual el desayuno y el alistamiento tuvieron que ser más temprano. «You’re not a morning persone, right? fue lo que me dijo el primer día mi room mate. Me sacó la ficha enseguida. Como todavía me toca arreglar la valija (porque ayer en el súper me emocioné y hice algunas compras) y como ayer a la noche cuando llegué mi room mate estaba durmiendo a duras penas llegué a sacar la cena de la bolsa.
No me queda más remedio que madrugar un poco más para poner orden en la valija. Y si bien no compre tantas cosas, ya arranqué a hacer limpieza y dejar la ropa que traje para tirar.
«Que fresquete Manolete»
No voy a mentirles que es la primera vez que uso mi ropa de abrigo en el viaje, porque desde el primer día que llegue a Marruecos que ya tuve que usar la campera, que pensé que traía solo para subir y bajar del avión en Buenos Aires. Cualquiera pensaría que con un par de remeras (con manga) un par de pescadores estaría hecho, pero la verdad es que si bien el verano se acerca, y es un país donde por ejemplo en Marrakech en verano puede llegar a los 45 grados, y en el desierto a 60, también tiene sus zonas frías. Claramente tanto el Middle Atlas como el High Atlas lo son. Así que como si me estuviera preparando para pedalear en Buenos Aires en pleno invierno, me puse todo el abrigo que tenía.
«A ponerle huevo!»
Hoy sí que ponerle huevo, no es el día más largo, pero si que pinta duro. 52 kms camino al Middle atlas lo cual quiere decir subiendo. Y después un extra de 15 km más, que el guía nos dice que una vez allí vamos a evaluar si lo hacemos o no.
Rueda a rueda con Alá
Nos trasladamos a los 1900 m para arrancar y ustedes se preguntaran si para arriba o para abajo? Bueno parece que hoy no tocan subidas. Los primeros 17 km son puro placer así que puro asfalto, bajadas, y a medida que vamos bajando nos vamos sacando capa por capa, no se vayan a ilusionar, que seguimos en ramadam y en un país musulmán, con lo cual cuando llegamos a la calza y la remera paramos.
Llenando el tanque para las subidas
Hacemos una parada a recargar energía antes de encarar los 12 kms de subidas. Y que haya aparecido el chocolate entre los snacks me hace dudar de que quizás sea más difícil de lo que pensaba lo que nos espera. Ya en la primera subida se empieza a sentir que las piernas trabajan, Stephen viene justo atrás mío, y no sé si para hacerme una broma o simplemente para poner otra distracción y no pensar en la subida, me dice que cante «Don’t cry for me Argentina». Al principio me río como diciendo: “sí dale, ¿no se te ocurre un momento mejor en que pueda cantar?” Y entonces pienso: «¿Por qué no?» y arranco a ladrar ahí nomás el estribillo que es la única parte de la canción que se. Debo reconocer que si bien es una canción que no canto casi nunca, si que es una canción que me tira sobre todo cuando estoy lejos de casa, será la nostalgia, la misma, que me hizo volver a tomar mate cuando estaba en España.
Siguen las subidas y por suerte (no lo digo de vaga) aparecen los monos en el camino, así que son una buena distracción. Pero debo reconocer que si bien Marruecos tiene muchas cosas distintas para ofrecer hasta ahora no vi nada de fauna, así que agradecida de poder disfrutar de ella en medio de la naturaleza. En la primera parada pensé que ya estaba, si bien había una familia de monos, pensé que esos eran todos y que era raro que volviéramos a tener la suerte de ver más monos. Pero en otro puesto de venta de artesanías aparecen más monos, claro que ¿Cómo culparlos de estar ahí? Si justo hay un señor con una mesa llena de bolsas de maní.
Pero los monos como queriendo mostrar quien es el que manda ahí se apropian del territorio, por si a alguno le pudiera quedar alguna duda. Uno sentado como Pancho en su casa, en el techo de una Duster (que ya sé que no entran 4 personas, y 4 bicis, pero por lo visto 4 personas y un mono sí). En una de esas veo que uno de los monos se acerca sigilosamente a la mesa de los manises, y ni bien lo veo le pego el grito al vendedor, pero el mono nos ganó de mano a los dos y salió corriendo con su bolsa de cacahuates en las manos (no voy a decir patas, porque creo que dejó bastante claro quién es el más inteligente).
Las subidas fueron más leves pero más constantes, y las bajadas un deleite para el cuerpo, el alma y la vista. Largas rectas de asfalto con una tormenta amenazante en el horizonte.
ATR
No sé qué velocidad alcancé, pero claramente más de 30, obvio que en las bajas más, pero algunas rectas fueron simplemente hermosas.
Pese a lo largo de las rectas no veo a nadie adelante ni atrás, empiezo a preocuparme de estar en el camino correcto, uno de los pajaritos de mi cabeza dice que es raro, tampoco es un tramo tan difícil como para que el grupo se separe todo, sé que en un momento pasé a Bob y Pat que pararon a sacar fotos, pero creería que tiene que haber alguien más delante, aunque no lo vea. El otro pajarito de mi cabeza dice que me quede tranquila, que no hubo bifurcaciones raras, que pudieran dar lugar a la duda, y que una de las camionetas pasó hace un rato así que tendría que estar bien.
El tramo se alarga lo cual me hace dudar cada vez más, pero de todas formas como voy disfrutando no me importa. Simplemente intento no pensar en que si no llegara a ser el camino, para pegar la vuelta tengo que hacerlo en el otro sentido y ahí sí que estas hermosas bajadas se convierten en subidas. Cuando los dos pajaritos de mi cabeza estaban peleándose entre parar a ver si venia alguien más y seguir disfrutando de la belleza en solitario, apareció un pueblito y ahí nomas estaba la camioneta roja, que siempre significaba una parada. Ya sea para un snack, o el final del recorrido. Además ya el hambre se hacía sentir eran casi las 14:00hs. así que paramos a reagrupar y volvimos a salir rumbo al restaurant que estaba a unos 2 km. A los 500 metros un ruido estrepitoso y una humarada empieza a salir de mi rueda trasera: primer pinchazo del viaje.
Ni lo dudé, les hice señas a los demás que sigan y me subí a la camioneta, no tenía ganas de demorar el almuerzo por hacer 1 kilómetro y medio más pedaleando. Claro que si hubiera sabido que el almuerzo que nos esperaba era tajine quizás no me hubiera apresurado tanto. No me mal interpreten, me encanta el cous cous y el tajine es rico también, pero cuando son las únicas dos opciones para comer todos los días, empieza a cansar.
Después de comer nos dan la opción de hacer la votación y decidir si pedaleamos otros 17kms. mas o si ya de una nos subimos a la camioneta. El clima es verdad que está medio feo, pero de momento no llueve ni hace tanto frío como para ni siquiera pensarlo. Aunque debo reconocer que temí que la mayoría decidiera no pedalear, ya que hay alguno que otro con una rodilla operada, y un par con frío, pero por suerte la mayoría decide pedalear, así que antes de que se arrepientan arrancamos nuevamente.