5/1/2015 por Lucila Lloret
Me aventuré con mi bici a llegar a una clase en un espacio de retiros llamado bodhi tree.
Bicicletié por aquí y por allá en un barrio muy camboyano con callejoncitos pensando:
¿Quien me manda a esta travesía?
6pm rodeada de camboyanos.
Pregunté a un tuktukero que terminaba de dormir su siesta pero no tuve suerte, luego en un hostal de masajes si conocían el lugar y una señora me dijo «sé que es cerca, pero no sé donde, seguí derecho y pregunta más adelante»
La dirección que tenía era house 227 y el barrio, ni siquiera tenía calle. Seguí un toque más y cuando vi que se me cortaba la calle decidí preguntar por última vez y sino volverme. Traté de consultarle a un camboyano que estaba en la puerta de un restaurante de comida khemere creativa. Para mi sorpresa me dijo espera un momentito aquí, se fue adentro y volvió con 7 camboyanos más todos tratando de descubrir donde quedaba este lugar. Miraban el papelito con la dirección, chequeaban en sus celulares, buscaban en google maps, mientras yo les insistía que tenía idea de que era muy cerca de donde estaba. Finalmente uno llamó al teléfono de contacto de la página y pudo averiguar que era a la vuelta de donde estaba.
Que amabilidad, increíble!
Agradecí con reverencia y mucha sonrisa a todos y seguí por un callejoncito tratando de seguir las indicaciones de estos buenos camboyanos. Cuando estaba por pegar la vuelta y darme por vencida allí estaba, bodhi tree el espacio de yoga, que felicidad!
Me recibió un hombre inglés diciéndome que el profesor estaba retrasado. El espacio era oscuro, no inspiraba calma y luminosidad. El profesor llegó y comenzamos con un calentamiento bastante rebuscado. Parecía una clase de acrobacia en la cual había que mostrar la flexibilidad que uno tiene sin conciencia ni preparación previa. Realizamos nadhi sodhana al final y nos hizo cerrar los ojos y nos tocó con el dedo pulgar el entrecejo diciéndonos que nos concentráramos en ese punto. Lo que puedo rescatar de la clase fue la sentada final en la que nos dijo que nos relajáramos y dibujáramos una sonrisa en la cara, que podíamos compartir esa sonrisa con nuestros seres queridos día a día.
Muy lindo relato !!
Muchas gracias Héctor!
Hermoso relato Lu!!! Muy linda redacción!
Gracias Cris !