Bosque nuboso de Monteverde en Costa Rica
Arrancó el 2019 más pum para abajo que pum para arriba. Es inevitable, mensajeros de saludos de fin de año, era inevitable que no esté presente Luli en algunos mensajes de seres queridos, y a quién vamos a engañar eso me bajoneó.
A eso sumémosle que tengo cierta puntería para elegir hostels donde el fin de año pase inadvertido. En este caso, el Hostel estaba vacío, así como lo escuchan un Hostel, en plena temporada alta, en un sitio turístico y solo estábamos otro huésped y yo nada más, pero como al otro huésped ni siquiera lo ví …
Yo había pensado, no importa va a a haber mucha otra gente que esté de viaje en el Hostel seguramente algo surgira para festejar fin de año.
Pues , me equivoqué.
Lo que sí debo reconocer es que la familia que administra el Hostel «La Suerte» de Monteverde, muy cálidamente me había dicho a la tarde que podía cenar con ellos. Y esa era mi idea, incluso había comprado un rompope (bebida en este caso alcoholica que se suele tomar en las fiestas) y los ingredientes para hacer un turrón de la tía Cachi, pero cuando llegué entre el viento , el frío y el silencio que ni la play list más pum para arriba que tenía pudo romper.
Debo confesar que no es la primera vez que arrancó el año fuera de casa, ni tampoco la primera vez que lo paso sola. Algunas veces por elección, otras por efecto colateral. Y esta vez fue una mezcla de las dos. Fin de año caía en medio de los días de vacaciones que me tengo que tomar obligatoriamente, con lo cual, y como en esta vida no se puede todo, elegí irme de vacaciones el mismo 25. No es que no me gusten las fiestas, todo lo contrario, pero este año inevitablemente iban a tener un dejo de nostalgia. Así que a volar Lulu, vamos a volar. Idas van idas vienen, baraje distintos destinos desde un cruce a los Andes en bici, hasta la carretera austral (en bici también) y recorrer Catamarca que es una provincia que hace rato quiero conocer. Así que como decía un conocido de no importa quién : «cerré los ojos y volé”.
Así que así pasé mi fin de año, a las 9 de la noche, acompañada de un tetera de rompo pe y brindando a las distancia con los seres queridos. Y a dormir, la cama estaba calentara y el rompo pe no me dejaba pensar con claridad, así que opte por la mejor desidiosa que podía tomar en ese momento. Seguramente dirán, hubieras bajado a cenar con la familia, y seguramente yo misma en otra situación, en otro momento de mi vida hubiera hecho lo mismo.
Además me quería levantar temprano para ir a la reserva del bosque nuboso en el bus de las 6:15 para aprovechar a tener más tiempo para recorrer y para llegar temprano, que es cuando los animales están más activos.
Suena el despertador y chequeo a qué hora es el bus, no hay chance de que me levante. Saldré en el siguiente bus. Al rato me levanto, me ducho y Me robo una rebanada de piña de la heladera, me vuelvo a hacer un té con los yuyos con los que me hice te el día anterior, unas galletitas con queso crema y a buscar la parada del bus. Porque es tan temprano para desayunar como para que haya alguien despierto en la recepción, mucho más un 1 de enero.
Bajo x la ruta principal y pregunto en el primer Hostel que veo que hay gente, es ahí nomas,. A los 5 minutos vienen dos alemanas. Por suerte¡ vamos bien el bus para acá. Pasan los minutos después de las 7:30 y siguen pasando y el bus no viene. En eso para una buseta preguntando si vamos al parque, decimos que sí y nos subimos. Ya arriba nos enteramos que el bus decidido tomarse el día, así que este buen samaritano optó comenzar el año con una buena acción y levantar a los que iban a tomar el bus. No gratis obvio, pero tampoco a un precio descocado. 50 pesos, el bus cobraba 35.
Llegamos al parque del bosque nuboso de Monteverde poco antes de las 8, pregunto por la visita guiada, pero me dicen que tienen que ser mínimo dos. Así que me voy sola. Me sugieren una combinación de senderos que en teoría sura unas tres horas. En vista de que tengo todo el día me lo tomo con calma y voy tranquila sin salvar bajito como para no espantar a los animales y voy sacando fotos a la flora. Me llama mucho la atención las texturas, las formas, que sabía es la naturaleza. Dejo pasar un par de personas y hasta grupos, no me da quedarme cuando el guía está explicando, no vaya a ser que piense que me quiero hacer la tonta y no pagar el tour. Prefiero ir tranquila disfrutando del bosque sin ruidos circundantes. Quizás haya más chances de que los animales se dejen ver. ilusa!
Termino el sendero del busque nuboso y el de la ventana y no vi ningún bicho. Bueno…. Especímenes raros sí que ci, muchas familias con nenes chiquitos. ¿Quien trae niños a un bosque donde hay serpientes y tarántulas¿ Por otro lado me encanta que les enseñen a valorar y respetar la naturaleza. Lamentablemente en muchos casos no estaría siendo el caso. Los gritos , los saltos en los puentes y corridas, me sacan de mi estado zen de aquí y ahora y estoy segura que a los anima litros tampoco les gusta. Me lo contó un 🐦 por si les queda la duda.
Me embalo, y como ya un rato después del mediodía estoy por terminar la tarea de senderos que me dieron al ingresar, planeo hacer los dos que me quedan, pero previamente hacer una parada para comer las dos empanadas que me traje de vianda. Ley de Murphy, cuando quiero un blanquito tranquilo o no, blanquito al fin para poder sentarme a comer, no aparecen. Buscándolo encuentro un árbol enorme. En realidad es un árbol parasito, cuya vida básicamente consiste en que un animalito come la semilla, la defeca y los gases y humedad hacen que germine donde cae en los árboles. De allí empieza a tirar raíces hacia el suelo, para ir estrangulando poco a poco al árbol que le sirvió de guía. Pocos metros más allá del señor árbol encuentro un blanquito para almorzar, mejor compañía imposible.
Continúo con los otros senderos que en rigor de verdad no tienen mucho que envidiarle a los anteriores, sí tienen un par de subidas interesantes.
Casi saliendo, cuando ya estaba cabizbaja por no haber visto ningún animal, más que algún pajarito que quería robarme la comida, me siento en un banco a meditar. Se acerca un guía con gente, y yo intentando no distraerme ni alejarme de mi meditación, hasta que escuché la palabra monkies 🐒. A la mierda la meditación¡ Efectivamente había monos, o.. eso supongo, porque la verdad estaban lejos y se veía el típico movimiento abrupto de hojas al saltar los moños de rama en rama. Así y todo ya con eso me quedo contenta.
Un par de metros más adelante otra vez otro grupo detenido viendo perezosos, una madre con su cría abrazados a una rama, en realidad podía ser perfectamente un enano canoso y peludo (por ser buena, porque se me ocurrían otros nombres mas), porque estaba de espalda y a duras penas se veía la malito de la cría en algún momento. Olvídate de quedarte a ver si se mueven, no está en su genética.
Sigo caminando y a pasos de la puerta de salida y ya como broche de oro un tucán Esmeralda, ese sí que no lo logre identificar, miraba con los binoculares para donde miraban todos y no veía nada. Por suerte el guia se apiadó de mí y me dejo verlo en su telescopio.
Salí del parque y comprobé una vez más lo que sospechaba, no es que el chofer del colectivo se había quedado dormido por los festejos del fin de año. Me parece que siguió de joda hasta las mil y una porque no hubo bus en todo el día.
Así que como había hecho bastante rápido, o más que rápido era temprano decidí volver caminando, supuestamente eran solo 4 km en bajada, que terminaron siendo 6 con algunas subidas. No me puedo quejar debo haber pateado unos 20 km en total. Nada mal, y mucho más si es con semejantes paisajes.
Una vez en el hostel defino la actividad de mañana, si bien el cuatri le ganaba a la tirolesa, me decidí por esta última, porque es verdad que hice varias veces tirolesa, pero también es verdad que el entorno es ideal para hacerlo. Cuatri ya podré hacerlo en otro momento.
Ceno lo que quedó de los súper spaghetis de 15 pe y le agrego una salsa boloñesa.