Trekking en chalten mon amour
Un poeta contemporáneo dice que al lugar donde has sido feliz, no debieras tratar de volver….
Mi adaptación de la frase seria, al lugar que te enamoró no debieras tratar de volver.
Vamos a ver como va.
Ya que si me dan a elegir, el Chalten, es uno de los lugares mas lindos de nuestro hermoso país.
Y ahí esta, ahí esta viendo pasar el viento:
Inconfundible el cerro del Chalten.
Un paisaje distinto, creo que nunca lo vi tan nevado.
Mi primera impresión? Muy crecido, muy perdiendo esa característica de pueblito (por no decir cuatro casas locas) perdido en medio de la montaña.
Pero algo debe seguir teniendo, ese no se que.
Contradictoriamente con lo que me pasa algunas veces en Buenos Aires que me canso de la soledad. Llegó el punto del viaje en que preciso un poco de paz y silencio así que hoy nos tomamos el día libre así cada cual puede ir a su bola y hacer lo que se le cante el caracú. Así que ponemos el despertador tempranito para llevar las bicis a la estación de micros. Todo un trajín, son solo 3 cuadras locas pero se hace imposible llevar cada uno la suya. Así que hacemos el viaje en dos tandas. Si fuera Buenos Aires ya nos habríamos quedado sin bicis mas de una vez. Como para que se den una idea en el Chalten las bicis dormían afuera, y no en un patio interno como en Ushuaia, sino afuera literal en el porche. Y cuando llevamos la primera caja con una de las bicis (la oficina todavía estaba cerrada) así que la dejamos ahí abandonada pobrecita, así que si fuera Buenos Aires mas de un espabilado habría visto interesante la caja y se la habría llevado a cuestas. Pero no, seguía ahí la caja al volver con el bolso con la otra bici.
Por suerte el transfer tardó así que llegamos a dejarla.
Ahora sí, libre como un pájaro para ir a hacer el sendero que mas me guste y como el día amaneció totalmente despejado le hago caso a la chica de la oficina de informes y me voy rumbo a la loma del pliegue tumbado. Paso por la única panadería que está abierta a esa hora y me compro una tarta de vianda. Y no puedo no volver a tentarme con el brownie con cobertura de frutos secos. Como no se me ocurrió antes? Una delicia, asi que ese será mi desayuno, en el primer lugar del camino que quiera quedarme a deleitarme con la vista.
Pese a que todos los comercios abren bastante tarde, a esa hora de la mañana se empieza a ver el movimiento cotidiano de la gente, en su día a día. Y en esa cotidianidad me cruzo a dos señores, uno con bastón (que a lo lejos pensé que eran los palos de trekking) pero a medida que me acerco me doy cuenta que es un bastón de invidentes. No puedo no pensar en que gran injusticia tiene que ser vivir en este paisaje y no poder verlo. Aunque estimo que vivir acá debe ser mucho mas que solo un paisaje bonito
Trekking en chalten mon amour
Hoy tocan subidas de nuevo, pero esta vez nos separamos. Las bicis están camino a Calafate y yo encaro un treking de 4 hs. de ida todo en ascenso, pero esta vez a pata.
Será que es muy temprano y no hay nadie en el sendero, pero ese conflicto que suelo tener entre saber los riesgos que implica cualquier inconveniente que pueda surgir en el camino, y la decisión de que el estar sola no sea una traba para hacer lo que tengo ganas. Pero esta vez lo tengo resuelto le pedí prestado uno de los handies a Cris, ya que no lo iba a precisar. Creo que lo voy a agregar a mi listita de autoregalos. Así que ya estoy lista para la aventura. Pumas vengan a mi (I wish…) siempre y cuando sea uno mansito.
El camino es todo en subida, así que me veo obligada a parar para desabrigarme y de paso mirar hacia atrás la vista del Chalten. En ese parate justo me pasa una chica, intercambiamos saludos y un poco mas adelante la vuelvo a cruzar y empezamos a hablar. Por su acento no quedan dudas de que es española, pero resulto ser catalana. Pese a mis ganas de practicar los vestigios de mi catalán, seguimos hablando en español. Por un momento temí (maldito karma, yo que estaba buscando paz y alejarme de las constantes preguntas de una de mis compañeras de viaje, a ver si el destino me manda otra charlatana que no sabe respetar los espacios ajenos. Porque está bueno estar acompañado pero también esta bueno disfrutar de los sonidos de la montaña. Por suerte resulta ser muy maja de a ratos intercambiamos historias y de a ratos seguimos en silencio disfrutando del paisaje. Eso si, para ser alguien que no hace trekking habitualmente lleva buen ritmo y para desgracia de mi estomago (que todavía no desayunó) y de mis piernas que les gustaría un poco de descanso, no aparece ningún mirador. Así que mas o menos a la mitad de la caminata le digo de hacer un parate. Mi estomago agradecido. Supongo que a raíz de mi super brownie o de la voracidad que me como el mismo, es que Mirella me comenta que no sabia que los españoles fueran tan golosos. Y que para hacer honor a ello en su pasaje x Buenos Aires, hizo un día de todo dulce (desayuno, almuerzo, merienda y cena) ¿ como no se me ocurrió antes? Listo! Agregado a mi lista!
Seguimos subiendo, atravesamos un bosque y llegamos a una especie de meseta donde se nota que hace un tiempo cayó algo de nieve porque está todo empantanado. y ahi en medio del pantano se desvanece el camino, damos un par de vueltas y finalmente encontramos el camino, no sin antes embarrarnos.
Y seguimos pum para arriba, no sé hacia donde pero hasta donde termine el camino, que no lo vemos pero vemos dos personas que se adentran en una alfombra de nieve. Sera por ahí? Aparentemente sí. Así que con mis zapas de no trekking que se la bancan bastante bien nos adentramos en la nieve. El camino en sí no es feo pero, todo el atractivo reside en la vista. De ahí que en la oficina de informes me recomendaran ir en un día despejado.
La vista al final del sendero es espectacular, más con el día despejado como está. Un regalo de la naturaleza, no es tan común ver el Fitz Roy tan despejado, siempre hay alguna nube haciéndole de taparabo. Así que selfies y panorámicas obligatorias.
Top of the world
No hay demasiada gente, un mix entre que arrancamos temprano, que no es de los senderos mas populares y que le metimos pata e hicimos el recorrido en algo menos de 3 horas.
Dentro de las cinco o seis personas que estamos en la cima, la mayoría nos atenemos a contemplar la magnitud del paisaje en silencio. Quien sabe en que pensará cada uno, cada quien haciendo su meditación interior. Salvo por una de ellas, una extranjera que al igual que yo sacó su termo y está tomando un tecito, y con los pies dentro de una especie de pantuflas de lana. Resultó ser checa y charlatana, muy extrovertida y con ganas de conversar con todo el mundo.
Nos quedamos un buen rato. Yo me tomo otro tecito y busco distintas perspectivas desde donde sacar fotos. Como a la hora emprendemos el descenso de nuevo, ya que en teoría a las 18:45 tenemos que tomar el bus a Calafate.
Y parte de mi meditación fue eso, darme cuenta de que estaba disfrutando mucho de ese paisaje, de que pese a que esté mucho más construido el Chalten, sigue teniendo ese no se qué que tanto me llama y no quiero quedarme con las ganas de hacer un par de senderos más.
Emprendiendo la bajada
Esta vez todo pa´ abajo, primero este hermoso manto de nieve que está ideal para hacer culo patín, pero no sé si después bajar toda mojada sea la mejor idea, así que mejor me quedo con las ganas. Por suerte el descenso es tranquilo, con algunas zonas de bosque con tronquitos que parecen palitos chinos desparramados a lo largo de todo el bosque. Llegamos al pueblo un poco antes de las 3. Así que aprovecho a pasar por la estación de micros, a ver si puedo cambiar el pasaje. En teoría sí, el único problema es que el ticket lo tiene Cristian (y no tengo ni idea de por donde anda). Paso por el hostel para ver si está ahí y de paso a ver si tienen lugar para esa noche (a lo sumo pierdo mi parte de la reserva del hotel de Calafate, pero bien merece la pena). El hostel tiene lugar, pero Cristian no está, así que me tiro a dormir una siesta en el sillón del hostel, esperando que aparezca, al rato entra Dani que tampoco tiene noticias de Cristian. Después de no roncar un rato decido ir a dar una vuelta por el pueblo, a ver si me lo cruzo y puedo resolver lo del pasaje y de paso, consultarle si no tiene problema que los despache a los dos y se tenga que fumar el paquete (si, si… de la bici claro esta).
Oye mi cuerpo pide más senderos
Ya cuando me relajé y decidí que sea lo que Dios quiera, justo aparecen los dos Cristian y Dani, dando la vuelta al perro, les comento lo mi intención y por suerte todo bien, así que me voy rauda y veloz a cambiar mi pasaje para el día de mañana. Es muy cómico, porque contrariamente a lo que uno creería la central de la empresa que realiza el transporte está en el Chalten, y cada cosa que uno consulta, la respuesta es no sé, lo tengo que consultar. Así que así estamos. Dan un par de vueltas, me ponen un par de pegas pero al final logro cambiar el pasaje, así que ya está mañana el Fitz Roy no se salva de mí, tampoco el sendero del Torre. Lo que sí como mañana tomo el micro también a las 18:45 hs, tendría que poner el despertador tipo 5:30 como para poder arrancar temprano y que me de el tiempo de hacer los dos senderos juntos en el mismo día. Aunque sacando cuentas estoy muy jugada. Hoy no hay tu tía me quedé sola en el hostel así que me toca cocinar a mí. Saco una de las sopitas que había traído le agrego un poquito de arroz y compro unas salchichas. Aunque no lo puedan creer a los 5 minutos quemé el arroz, será por la falta de olfato o porque me entretuve charlando con unos chicos que llegaron hoy al hostel y están preparando su última cena decente. Mañana arrancan a hacer una travesía por los hielos continentales: cachin! agregado a mi lista de futuros viajes.